Peluquera Descubre El Secreto Que La Chica Escondía En Su Pelo

De mal en peor

Nunca le había pasado algo así. No podía aguantarse de la vergüenza. Y el chico sólo había empeorado las cosas.

Ahora todo el mundo la miraba a ella y a su pelo. La enfermera pidió a gritos que alguien buscara ayuda. El director se apresuró a llamar al padre de la niña para explicarle que jamás había hecho algo parecido. Dios mío, pensó ella, ¿era realmente tan grave?

Despreocupada

Hannah Combs era una adolescente normal y corriente, que disfrutaba de la vida en Harker Heights, Texas, un pueblo donde todo el mundo se conocía. Tenía 15 años y estaba deseando empezar el colegio después de las vacaciones de verano.

Otros chicos le habían advertido de que el instituto podía ser duro y que en su escuela, en particular, existía una cultura de acoso a los estudiantes de primer año. Pero a Hannah no le preocupaba. Se consideraba a sí misma la alegría de la huerta; estaba segura de que le caería bien a todo el mundo.

Pensando En Chicos

Durante todo el verano, Hannah había soñado con su primer encuentro romántico con un chico. Se moría de ganas de que llegase ese mágico primer beso. Sin embargo, sabía cómo podían llegar a ser los chicos adolescentes.

Podían pensar que era demasiado sencilla, o empollona, o encontrar algo de lo que burlarse. Hace apenas una semana, una de sus amigas había contado cómo se habían burlado sin piedad de una chica de su colegio por tener piojos. Sin embargo, Hannah pensaba que podría defenderse de lo que fuera.

Las Rubias Se Lo Pasan Mejor

Quería hacer algo para llamar la atención de los chicos. Pensaba que su pelo era su mejor característica; de hecho, hablando con sinceridad, era lo único que le gustaba de sí misma…

Después de ver viejas películas de Marilyn Monroe durante el verano, Hannah decidió hacerse mechas rubias. La peluquera parecía estar de acuerdo en que era una gran idea. Incluso le dio a Hannah algunos consejos para mantener sus mechones sanos y consejos para lidiar con el reciente brote de “superpiojos”.

Preparativos

Durante la semana anterior al comienzo de las clases, Hannah no dejaba de admirar su pelo en el espejo, ¡y se sentía genial! Incluso su mejor amiga, Betsy, dijo que estaba increíble. Los chicos no sabían lo que les esperaba.

Se pasó toda la semana preparando sus conjuntos, comprobando qué ropa resaltaría mejor su nuevo color de pelo. Nada iba a estropear su estreno en el instituto.

Primeros Días

Pasaron dos semanas sin ningún problema, pero también sin ninguna atención por parte de los chicos. No hubo ningún incidente emocionante ni nada digno de mención.

Hannah y Betsy recorrieron los pasillos durante el descanso, observando a los “aspirantes”. Probablemente era demasiado pronto para esperar que ocurriera algo, pensó.

Chico A La Vista

Las dos chicas estaban un día charlando en la puerta del colegio cuando, de repente, un chico con cara de rata se les acercó por detrás y le revolvió completamente el pelo a Hannah. “¡Aaaaagggh, qué asco!”, gritó y se rió a carcajadas. “¡Seguro que ahora crees que estás estupenda, pringada!”.

¿Qué había sido eso? ¿Quién haría algo así? ¿Por qué ese comentario tan cruel? Hannah intentó contener las lágrimas, pero dolía demasiado.

Decepción

Ahora, todo el mundo a su alrededor había empezado a mirar y señalar a Hannah. ¿Tan mal estaba su pelo? Se había esforzado tanto por dejarlo bonito, ¡y ahora esto! Le pidió a Betsy que le echara un vistazo. “Tienes que ir a la enfermera del colegio, ¡ahora!”.

En ese momento, Hannah empezó a sentir algo extraño en el cuero cabelludo, así que accedió a ver a la enfermera. De camino, Betsy le decía que no se tocara el pelo. ¿Qué estaba pasando?

Pánico

Cuando Hannah entró en la consulta de la enfermera, le sorprendió la reacción de ésta. “Ven aquí, cariño. Siéntate. Todo va a salir bien. Lo solucionaremos”. Ahora Hannah empezaba a asustarse.

La enfermera le gritó a Betsy que llamara al director. Cuando llegó, supo inmediatamente que tendría que llamar a los padres de Hannah. Nunca había visto un espectáculo semejante.

Furioso

Cuando llegó Christian, el padre de Hannah, estaba furioso. Vio a su hija sentada con lágrimas en la cara y miró a todos los presentes, absolutamente incrédulo. 

Era un ex-soldado y no iba a tolerar esto. Cuanto más miraba a Hannah, más le hervía la sangre. Quienquiera que hubiera hecho esto lo iba a pagar caro.

Mareo

Christian exigió saber qué estaba pasando, pero Hannah no podía dejar de llorar. Ni siquiera podía articular una palabra entre sollozo y sollozo.

No sólo estaba triste por su cabeza, sino también decepcionada por haber estado tan loca por los chicos e incluso haber llegado a cambiarse el peinado. Debería haber sabido lo inmaduros y mezquinos que eran los chicos de su edad. Estaba mortificada.

Lívido

Christian, cada vez más enfadado, empezó a gritar. ¿Quién era el responsable de esto? ¿Y por qué no habían llevado aún a su hija al hospital?

“Voy a llamar a Urgencias”, amenazó Christian, pero se encontró con un cortante “aquí con esa actitud no” de la asistente del director. La miró con incredulidad. Ahora, esto era la guerra. 

Haciéndolo Público

Después de que su padre llevara a Hannah a la sala de urgencias, llamó a los medios de comunicación. Le parecía increíble que la escuela se negara a reprender al culpable. Exigió a la policía del distrito escolar independiente de Killeen que presentara cargos por agresión.

Pero eso era sólo el principio. 

Demanda

Pronto se corrió la voz y los padres y vecinos preocupados exigieron a la escuela que tomara cartas en el asunto, y después de eso, el chico se ausentó de la escuela, como todo el mundo supo. ¿Pero cómo estaba Hannah mientras tanto? 

¿Qué sería de ella y cómo de grave era su lesión? 

Con La Sangre Hirviendo

En la sala de urgencias del hospital, el médico examinó la cabeza de Hannah y descubrió que tenía quemaduras químicas de primer grado en el cuero cabelludo, provocadas por el súper pegamento de alta resistencia que el chico había vertido sobre su pelo.

Pero eso no fue todo lo que se encontró en el cuero cabelludo de Hannah.

Peinado Arruinado

La pobre Hannah sufrió mucho. Su nuevo peinado estaba arruinado. ¡Con lo ilusionada que estaba con él! Ahora probablemente tenía que cortárselo todo. 

Y todo gracias a un adolescente mezquino que creía que el acoso era divertido. Y eso no fue todo lo que hizo, como Hannah descubriría más tarde.

Perder El Pelo

Hannah se afeitó una parte de la cabeza. No podía creer que hubiera tenido que perder una de las cosas que más le gustaban de sí misma: su precioso pelo. Pero decidió sacar partido de la situación en la medida de lo posible.

Era una mentalidad que tendría que mantener para hacer frente a lo que le esperaba a la vuelta de la esquina. 

Una Extraña Sensación

Semanas más tarde, a pesar de que las quemaduras se habían curado en su mayor parte, a veces seguía sintiendo que su cabeza estaba repleta de millones de pequeñas criaturas. 

Suponiendo que la sensación era sólo la cicatrización de la piel, reservó una cita con su peluquero para ver si había alguna forma de salvar su otrora hermosa cabellera.

“¡Para!”

La peluquera comenzó a peinar el cabello de Hannah, que llevaba semanas sin poder hacerlo por sí misma. Pero cuando la peluquera empezó a tirar, se produjo de nuevo esa extraña sensación de arrastre. Hannah le gritó que parara.

La peluquera se quedó helada, preguntándose qué demonios le había pasado. Miró más de cerca. 

Mirando Más De Cerca

“Vale… vamos a echar un vistazo aquí”, dijo la peluquera, tranquilizadora. Conocía la historia de Hannah y quería asegurarse de que no le hacía daño. 

Le dio unas suaves palmaditas en el hombro antes de pasar sus dedos por el pelo, separándolo. La miró más de cerca y no pudo contener un chillido.

Algo Arrastrándose

“¡Dios mío!” gritó la peluquera. Había algo en el cuero cabelludo de Hannah. Cuando Hannah se enteró de lo que la peluquera había encontrado, se sintió muy avergonzada. 

Y lo que es peor, su mortificante momento fue captado por la cámara de seguridad de la peluquería. Pero la peluquera no lo compartiría con nadie, esperó. ¿O sí?

Mortificada

Hannah estaba mortificada. “Nadie puede enterarse de esto”, le suplicó a la peluquera mientras se le saltaban las lágrimas. 

La peluquera encontró piojos en el pelo de Hannah: el chico no sólo le había echado un tubo entero de superglue en la cabeza, sino que se había acercado lo suficiente como para contagiarle los piojos a propósito. 

Infestada

Las liendres habían tardado unas semanas en eclosionar, y eso explicaba la sensación de arrastre que Hannah había sentido. El peluquero tuvo que tratar el cuero cabelludo de Hannah con un potente insecticida para eliminar los piojos. Pero las cosas se pusieron aún peor a partir de ahí.

Para colmo, se había infestado de “superpiojos”, una versión mutada y resistente a los productos químicos de los piojos comunes que no se pueden eliminar con medicamentos sin receta. Y entonces, Hannah recibió aún más malas noticias.

Sin Elección

Debido a las quemaduras químicas que había sufrido Hannah, la peluquera no podía tratar la infestación con el champú medicado hasta que su cuero cabelludo se hubiera curado por completo, ya que no quería arriesgarse a irritar aún más la piel.

Así que Hannah tendría que vivir con los piojos por ahora. Naturalmente, Hannah estaba indignada y mortificada. Pero, sobre todo, quería vengarse.

Furia

Cuando su cuero cabelludo se hubo curado lo suficiente y pudo por fin tratar los piojos, concertó otra cita con su peluquero. Decidió teñirse el pelo de rojo.

No sólo le gustaba el color, sino que también quería que representara la profunda ira que sentía. Todavía pensaba hacer pagar a aquel chico del colegio.

Getting Justice

Hannah wasn’t going to do it for herself. She wanted to take a stand for every kid out there who had experienced bullying. Bullies shouldn’t be getting away with their actions.

Her mother and father supported her all the way. They started a Facebook community called “Justice For Hannah” to draw attention to the scourge of bullying. For too long, it had been a problem at schools, and they were going to do something about it.

Support

Hannah began sharing pictures and details of her ordeal. She also revealed that nothing had been done by the school to hold the bully accountable. Over the coming days and weeks, support poured in.

Through the Facebook page, she was also able to get enough followers to sign a petition to get the school authorities to make the bully apologize publicly for what he had done. It also called for his suspension and compensation for Hannah’s hospital bills.

Making A Difference

“I want to make a difference. I would like people to stand up for themselves. No one deserves to be bullied—it’s not fair for anyone,” Hannah said.

“I’m just a normal kid with strong beliefs. When it comes to bullying, I stand up for people a lot because of it—but it’s worth it.”

He Wouldn’t Win

While that horrible boy had ruined the hair that she had loved so much and had purposefully given her lice, Hannah was determined not to let it affect her confidence. He simply wasn’t going to win, she told herself.

“Bullying is wrong,” Hannah wrote on the Justice for Hannah Facebook page. “Sometimes it’s the bully that really needs the help… maybe this has made him see that he has been doing things the wrong way.”

Backlash

Although some suggested Hannah’s parents pull her out of school, her father believed the bully should have to transfer. “I’m not going to pull my daughter out and uproot her from her life because of what this kid did to her,” Christian said.

“That child that did this to her uproot his life. He gave up the opportunity to go to Harker Heights when he committed the act.” Then, the school began to take the backlash seriously.

Revelations

In front of the entire school and parent body, the boy was made to apologize to Hannah. He added that he really liked her and only did what he did because he hadn’t known how to express his feelings for her.

“Well, if that’s how you express your feelings, then I think you have some serious growing up to do,” was Hannah’s reply and walked off the stage to loud applause.