Policías Empiezan A Reírse De Anciana, Se Quedan Paralizados Al Saber Quién Es Su Hijo

No Sabían Con Quién Estaban Tratando

La trataron como a una loca. Aquella anciana les había hecho conducir desde comisaría para lo que parecían ser sólo delirios.

Se sonreían y se miraban unos a otros, burlándose de la desesperada mujer. Pero, de repente, uno de los agentes vio algo que le obligó a preguntarle quién era su hijo. Cuando la mujer dijo ese nombre, todos los agentes se pusieron pálidos: habían cometido uno de los mayores errores de su carrera.

Samantha Morrison

Samantha Morrison llevaba años completamente sola, sin recibir ni una sola visita. Había estado pensando en la posibilidad de mudarse, pero siempre la desanimaba lo agotador que sería el proceso.

Después de todo, no había nadie que pudiera ayudarla. Durante los dos últimos años, había estado casi completamente sola en el mundo. Y esa era una de las razones por las que, en el fondo, no quería quedarse en esa casa.

La Soledad

Samantha era viuda desde hacía diez años. La pérdida de su marido había sido el mayor golpe de su vida. Cuando él falleció, todo el mundo de Samantha se vino abajo. 

Aun así, hizo todo lo posible por conservar la esperanza y mantener su carácter alegre. Pero todo cambió cuando el hijo de Samantha, Charlie, también desapareció de su vida.

Depresión

A partir de ese momento, Samantha entró en una profunda depresión. Y hasta el día de hoy, todavía no podía decir que hubiera salido de ella. Todavía estaba de luto por la pérdida de las dos personas que más había querido y no sabía si alguna vez llegaría a aceptarlo.

Esa era una de las razones por las que quería mudarse de la vieja casa. Cada rincón y cada mueble le traían recuerdos entrañables pero dolorosos de su marido y su hijo. Pero eso no era todo.

Una Vecina Problemática

Una vecina especialmente molesta se había mudado a la casa cercana a la de Samantha hacía apenas unos meses. Al principio, no molestaba especialmente a Samantha.

Pero poco después de mudarse, empezó a hacer fiestas ruidosas en su casa. Para empeorar las cosas, sus invitados a veces dejaban latas de cerveza y colillas por toda la entrada. Samantha aguantó la situación lo mejor que pudo durante un tiempo, esperando que mejorara. Pero se equivocó.

Fiestas Salvajes

Una noche, una de las fiestas organizadas por la vecina de Samantha fue especialmente ruidosa, hasta el punto de que Samantha no pudo pegar ojo en toda la noche. 

Y por la mañana, seguían. ¿Qué demonios estaba pasando? Samantha decidió pasar por la casa de su vecina y pedirle que por favor bajara el volumen de la música. No sabía que las cosas no saldrían como a ella le hubiera gustado.

Confrontación

Samantha se preparó para la conversación y salió de la casa, esperando que la nueva vecina fuera comprensiva con su petición. Llamó a la puerta y esperó.

Unos momentos después, la chica abrió la puerta, con evidentes signos de una larga noche de fiesta en su cara. Preguntó groseramente a la anciana qué quería. Así es como Samantha abordó el asunto.

La Petición De Samantha

“Disculpa. Veo que ha estado de fiesta. Me parece bien, pero ¿podría bajar un poco la música? Apenas he podido dormir en toda la noche. Y si pudieras retirar la basura del patio y de la calle también, te lo agradecería”.

“¿Y por qué iba a hacerlo? Esta es mi casa. Puedo hacer lo que quiera mientras esté aquí”, respondió la chica arrastrando las palabras. Samantha se desanimó al escuchar esta respuesta. ¿Qué podía hacer?

Último Recurso

“Bueno, en ese caso, puede que tenga que llamar a la policía”, dijo finalmente. “Bien, adelante, hazlo”, respondió la chica, y cerró la puerta.

Después de pensar un poco, Samantha vio que sólo podía hacer una cosa. Volvió a la casa, cogió el teléfono y marcó el número de la comisaría más cercana. Les contó el problema y le aseguraron que algunos agentes estaban de camino. No sabía que sus problemas acababan de empezar.

La Policía Llegó

Al poco tiempo, Samantha oyó que el coche de policía se acercaba. Inmediatamente, la vecina bajó el volumen de la música. Entonces, la anciana se sorprendió al oír que los agentes llamaban a su puerta y no a la de su vecina.

Abrió la puerta, pensando que tal vez sólo querían preguntarle por los detalles de la situación y asegurarse de que estaba bien. Pero esa no era ni mucho menos la intención de los agentes. Había algo que Samantha no sabía.

Conexiones

La vecina de Samantha era la hija de alguien importante: algún pez gordo del gobierno de la ciudad; concretamente, alguien con estrechos vínculos con el alcalde. Esto, en cierto modo, la hacía intocable. 

Los agentes no tenían intención de meterse en líos con la hija de uno de los hombres más poderosos de la ciudad. Pero eso no era todo. También intentaron persuadir a Samantha para que no volviera a sacar ese tema.

Intentaron Intimidarla

Así que decidieron seguirle el juego a la vecina y fingir que no había ningún problema. “Señora, se ha quejado de que uno de sus vecinos pone la música demasiado alta. No se oye nada. Me parece que se está inventando cosas”.

“Voy a tener que pedirle que no vuelva a molestarnos con estas tonterías, o tendremos que presentar una denuncia contra usted por calumnias”, dijo el agente con una sonrisa socarrona mientras la anciana escuchaba, sin palabras. Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas de impotencia. ¿Cómo podía estar ocurriendo esto? Pero, de repente, uno de los agentes se dio cuenta de algo.

La Fotografía De Charlie

Colgada en la pared del salón de Samantha había una fotografía de su hijo Charlie, con su uniforme de los Marines. La foto fue tomada apenas unos meses antes de que falleciera en acto de servicio mientras estaba destinado en Irak.

Uno de los oficiales la vio y al instante se puso pálido. “Disculpe, señora. ¿Es ese su hijo? ¿Se llamaba Charlie Morrison?” Samantha confirmó que sí. En ese momento, el oficial rompió a llorar.

La Verdad Sale A La Luz

Resultó que ese oficial también había servido en Irak y había conocido al hijo de Samantha durante una misión. De hecho, le había salvado la vida en una ocasión. No volvió a saber de él después de aquel incidente, pero nunca pudo olvidarlo.

Hasta el día de hoy, seguía atormentado por el hecho de que nunca tuvo la oportunidad de devolverle a Charlie lo que había hecho por él. Pensar que había estado tan cerca de tratar mal a su madre sólo para proteger la imagen de la hija de algún político, le producía náuseas.

Cometieron Un Error

Así que el oficial Frank Faleski le explicó todo a Samantha, desde su historia con Charlie hasta la razón por la que al principio eran reacios a intervenir contra el maleducado vecino. 

Pero ahora, no había duda de que honrar al marine que le había salvado la vida en su día era mucho más importante que la reputación de la hija de un político. Le aseguró que presentarían una denuncia contra la chica, aunque eso supusiera poner en juego sus puestos de trabajo.

Intentando Detenerlo

Samantha sirvió café a los oficiales y les explicó que se había opuesto firmemente a que Charlie se convirtiera en marine, pero que él se había alistado en contra de sus deseos.

“Lloré durante tres días intentando convencerle de que no se alistara. Pero perdí esa lucha”, les dijo con lágrimas en los ojos. Todos los sentimientos que había estado reprimiendo durante años salieron a la luz mientras seguía contándoles su historia.

Todo Por Lo Que Vivir

Charlie y su madre siempre habían estado muy unidos. De hecho, nunca habían pasado semanas separados hasta que él se alistó en los Marines. Se había graduado en el instituto en 2011 y estaba destinado en el Cuerpo de Marines de Hawái. 

La última vez que Samantha había hablado con su hijo por teléfono, éste había sonado animado, quizá porque casi había terminado su gira, o porque tenía una prometida esperándole en casa. 

A Punto De Empezar Una Familia

Charlie iba a viajar a Japón dentro de un mes, volver a Hawái y luego volver a casa durante unas semanas. Estaba exultante. 

Samantha había ayudado a Jaime, su prometida, a organizar la boda, a elegir su vestido y a conseguir los anillos. No podía esperar a tener a su hijo de nuevo en casa. Todo estaba listo para su regreso. Pero no iba a ser así. 

Viviendo Un Sueño

“Su sueño era ser un marine, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Estoy orgullosa de él, de que haya muerto haciendo lo que amaba: proteger a su país”, dice Samantha. 

La tragedia se produjo en 2013 mientras Charlie había sido destinado a Irak. Justo un año después de perder a su marido, Samantha recibió una noticia más terrible.

Derrumbada

Samantha apenas había podido hacer frente a la muerte de su marido. Se sentía como un zombi que se limitaba a seguir el ritmo de su vida. 

Su madre incluso había venido a quedarse con ella para ayudarla a recuperarse. Una noche, tras quedarse dormida frente al televisor, su madre la despertó con lágrimas en la cara. 

News Report

Samantha’s mom had seen a news report about a terrible accident in Bagdad. Although not all of the Marines had been identified yet, a sickening feeling hit the pit of Samantha’s stomach. 

Her gut feeling her mother’s intuition – she just knew. Charlie had only been 20 years old – he’d barely even begun to live his life.

Gut-Wrenching

In the gut-wrenching hours that followed, Samantha and her mom sat in front of the news waiting for the names to roll up on the screen

The helicopter that had been carrying the servicemen had crashed outside Baghdad during a severe sandstorm. There were six Marines aboard, and the report said none had survived the crash.

How To Go On?

Samantha felt numb when there was a knock on the door. She knew someone was there to deliver the devastating news about her son.

“For five years, I was a basket case,” Samantha said. “I didn’t know how to go on without my son.” All she had left of him were his personal effects, until they had been taken away from her too. 

His Medals

Charlie’s personal effects arrived at Samantha’s home in a box. With his uniform, there was a Purple Heart medal, a memorial flag, a memoria rifle, a Marine Corps Medal, and his ribbons.

Samantha displayed Charlie’s medals on her mantlepiece proudly, even though just looking at them sent her spiraling into tears. Now, they were gone.

Stolen

A few months before, on the night before Christmas, someone had broken into Samantha’s home and stolen Charlie’s medals. 

They had probably wanted to find gifts under her Christmas tree, but Samantha didn’t see the point in celebrating Christmas now that she had no loved ones to spend it with. When she saw they, along with a few pieces of jewelry, were gone, she was devastated.

Another Reason To Leave

“That’s another reason why I want to move out of this house,” Samantha explained to the officers with tears in her eyes. 

“I reported the theft to the police, but they didn’t seem too interested in pursuing the case,” she said with a sigh. The one officer couldn’t contain his anger. He couldn’t believe what he was hearing.

Unconscionable

“You don’t know what sentimental value there is to jewelry, but when you see medals, you know, medals came with a price,” Officer Faleski said angrily. 

“It’s just unconscionable for someone to do that.” Now that he knew what Samantha had been dealing with – the loss of her husband, her son, and the theft of what she had left of him, he knew what he had to do to make it right.

A Debt To Pay

Officer Frank Faleski was determined to help Samantha recover her hero son’s medals. After learning that it was her son who had saved him in Iraq, he knew he had an enormous debt to pay. 

He remembered that night all those years ago like it was yesterday. He’d enlisted in the Marines after he completed high school, just like Charlie. 

Falling Apart

In the first year of his deployment in Iraq, officer Faleski had suffered from two concussions, lost two friends, and watched his marriage fall apart. 

He had married his high school sweetheart before leaving, but she’d left him for another man. His mental health spiraled. He was tired of this life. He wrote letters to his family about his decision so they could understand why the only solution was to end it all. That’s when Charlie had stepped in.

Fourth Floor

One night, officer Faleski decided it was time. He went up to the fourth-level bathroom in the barracks and climbed up the air duct. His plan was to jump from that height. 

Charlie had heard the commotion outside and quickly assessed the situation. He immediately noticed that the air duct was slick with rain. He had to act fast. 

Saving His Life

Charlie sprinted up the four flights of stairs and kicked the locked bathroom door in. With two other Marines holding him by the legs, he dangled himself upside down out the window and talked officer Faleski down. 

Charlie was awarded the Marine Corps medal for demonstrating “poise and resolve” as he kept officer Faleski calm and communicated with the rescue team below. His quick thinking provided time for the fire department to raise their bucket and recover the officer Faleski. If it hadn’t been for Charlie, he wouldn’t be here.

In order to protect the privacy of those depicted, some names, locations, and identifying characteristics have been changed and are products of the author’s imagination. Any resemblances to actual events, places, or persons, living or dead, are entirely coincidental.