Hombre Descubre El Misterioso Blog De Su Mujer

Luego de que su mujer falleciera tras dar a luz, este hombre decidió revisar su blog de Internet y descubrir su secretos.
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¿Cómo es posible?

A Finn le temblaban las manos mientras buscaba información en la pantalla. 

Tenía los ojos inyectados en sangre y las mejillas húmedas de lágrimas. ¿Cómo no se había enterado?

Quería enfrentarse a su mujer, pero no podía. Se había ido y nunca podría preguntarle la verdad. No podía creer lo que había encontrado en su ordenador.

Un día oscuro

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Cuando Finn entró en su casa aquella noche, supo que nada volvería a ser lo mismo. La casa que había compartido con el amor de su vida se sentía vacía y fría.

Sentía que nunca volvería a albergar la felicidad. El dolor que sentía en el pecho amenazaba con romperle el corazón en mil pedazos. 

La vida que conocía había desaparecido y había sido sustituida por una nueva. 

Perdido

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Avanzó a trompicones por el vestíbulo, con la cabeza mareada después de haber llorado durante tantas horas seguidas. Las mismas palabras resonaban en su mente: se ha ido. 

Tomó asiento en la oscuridad del salón con su hija en el regazo. Ella se retorcía mientras su padre miraba fijamente en la oscuridad. 

No tenía ni idea de lo que debía hacer ahora. No tenía ni idea de lo que se le venía encima.

Todo lo que quería 

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No podía decidir si quería comer o dormir. 

Más que nada, quería que desapareciera el dolor. Quería despertar de la pesadilla en que se había convertido su vida. 

No sabía cómo afrontarlo por sí mismo. Clavó la mirada en el espacio, pensando en todo lo que había ocurrido apenas unas horas antes. Aún podía imaginarse la última mirada que le echó a su rostro.

El bebé diminuto 

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Su pequeña, Penelope, yacía dulcemente en su regazo. Era tranquila y calmada, todo lo contrario de lo que pasaba por su cabeza. Se preguntó si volvería a experimentar la tranquilidad. 

Le pareció que habían pasado horas antes de que el padre volviera a mirar a su hija recién nacida y la encontrara profundamente dormida en sus brazos.

Se levantó lentamente del sofá y se dirigió a la habitación del bebé. 

La habitación

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Su corazón casi se hizo pedazos cuando entró en la habitación. 

El jersey que su mujer había estado tejiendo seguía sobre un escritorio en un rincón, incompleto para la eternidad. Caminó lentamente hacia la cuna y colocó a su bebé sobre el mullido colchón. 

Se tomó un segundo para mirarla. Era preciosa. Ojalá su mujer estuviera cerca para verla. La cabeza le latía con fuerza. 

Una luz

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Necesitaba una aspirina. Salió de la habitación de su hija y se dirigió directamente a la cocina. Necesitaba analgésicos y unas horas de sueño si quería pasar el día siguiente. 

Pero al pasar por delante del salón, sus ojos rojos y ardientes captaron una lucecita parpadeante a lo lejos. 

Estaba a punto de aprender algo sobre la mujer a la que había amado durante tantos años. 

La joven pareja

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Finn nunca olvidaría el día en que conoció a la mujer de sus sueños, Angela. 

Se conocieron en la universidad, mientras él estudiaba informática y ella hacía la carrera de letras. 

Desde que compartieron su primer beso en una fiesta de una fraternidad, supo que ella era la chica para él. Desde entonces, nunca se separaron. Estuvieron juntos nueve maravillosos años. 

Una gran noticia

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Pocos años después de casarse, Angela le dio la noticia. 

Estaba embarazada de su primer hijo. Finn no podía estar más contento. Siempre había querido ser padre. 

Ella estaba de un par de meses y ya estaban planeando el gran día. Querían que todo fuera perfecto para su niña. Pero, de repente, Angela empezó a sentirse “rara”.

Un embarazo problemático 

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A medida que pasaban los meses, Angela experimentó todo tipo de problemas. Su embarazo no fue fácil. 

Aunque siempre había gozado de muy buena salud y hacía ejercicio con regularidad, el embarazo estaba pasando factura a su cuerpo. 

Tuvo las peores náuseas matutinas e incluso pasó varias semanas en el hospital. Era un embarazo de alto riesgo. Pero pensaron que todo iría bien cuando tuviera al bebé. 

Preparándose

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Mientras ella estaba enferma en cama la mayor parte de los días de la semana, Finn hizo todo lo que estuvo en su mano para preparar la casa. Pintó la habitación del bebé de rosa y construyó una cuna. 

Hizo todo lo que estaba en su mano para cuidar de su mujer y prepararse para su primera hija. Los meses pasaban deprisa y no veían la hora de ser padres. 

Pero cuando llegó el gran día, el mundo de Finn se derrumbó a su alrededor.

En sólo unas horas

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Se suponía que iba a ser el día más feliz de sus vidas, pero rápidamente se convirtió en una auténtica pesadilla. 

Finn hizo todo lo que pudo para ayudar a su mujer. La llevó corriendo al hospital, donde le practicaron una cesárea de urgencia. 

Todo fue un borrón. Finn estuvo sentado junto a su mujer durante horas, sintiendo náuseas de los nervios. Al final, oyó los gritos de su hija.

Allí estaba

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Tras nueve meses difíciles, Penélope vino por fin al mundo. 

Sin embargo, nada más nacer, la llevaron a la UCI neonatal. Fue la última vez que Angela vio a su bebé. 

Angela tuvo que guardar reposo durante 24 horas antes de que le permitieran moverse o conocer a su bebé. Finn se quedó a su lado, pensando que lo peor ya había pasado.

Conociendo a la niña

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Antes de que se dieran cuenta, habían pasado 24 horas y Angela por fin podía conocer a la niña de la que ya se había enamorado. 

Ella y Finn iban a ir por fin a la sala de neonatos para ver a su bebé. Finn estaba al lado de su mujer, ayudándola a salir de la cama cuando ocurrió. 

En cuanto se puso en pie, su rostro se torció en una expresión extraña. De repente, se quedó flácida en los brazos de Finn. 

Se había ido

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Justo un día después de nacer su bebé, Finn perdió a su mujer. El médico dijo que Angela había sufrido una embolia pulmonar y, desgraciadamente, perdió la vida. 

Sólo tenía 28 años. Finn no podía creer que ni siquiera llegara a abrazar a su pequeña hija. 

Finn se quedó solo con un bebé recién nacido y sin el amor de su vida, de un momento a otro.. 

Tenían que quedarse con el bebé

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Los médicos y las enfermeras dijeron a Finn que tenían que tenerla un tiempo para garantizar su bienestar. 

Era un protocolo estándar que seguían para asegurarse de que el bebé estaba sano y se recuperaba bien. 

A Finn le sorprendió la noticia y no podía creer que tuviera que dejar marchar a su bebé. Pero había otras cosas que no había tenido en cuenta.

Dejarla atrás

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Acababa de tenerla en sus brazos, y la idea de dejarla marchar le hacía sentir que no le quedaba nada. 

Sin embargo, sabía que no tenía elección y que debía confiar en los profesionales médicos para que se ocuparan de su pequeña. 

Fue una decisión difícil para Finn, pero sabía que era lo mejor y que la salud y la seguridad de su bebé eran lo más importante.

Irse a regañadientes

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Finn abandonó el hospital a regañadientes, dejando atrás a su hija recién nacida. Sin ella, no tenía a nadie. Pero no tenía ni idea de lo que encontraría en casa.

Finn estaba sentado al volante de su coche, con las manos tan apretadas que los nudillos se le pusieron blancos. 

Sentía como si la presión de su agarre fuera a hacerle daño, pero no podía soltarlo. 

Entumecido

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El mundo que le rodeaba parecía haberse vuelto silencioso, como si todos los sonidos se hubieran amortiguado. Los coches pasaban zumbando a su lado, pero parecía que se movían a cámara lenta. 

Finn estaba insensible al mundo que le rodeaba. Su mente estaba borrosa y le costaba concentrarse en algo. 

El peso de sus responsabilidades le pesaba sobre los hombros. Sentía como si su vida hubiera terminado, pero aún tenía un deber que cumplir. 

De vuelta a casa

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A pesar de su agitación interior, sabía que no podía defraudar a nadie. Pero una vez en casa, no tenía ni idea de lo que le esperaba. Finn llegó por fin a casa, con la mente completamente confusa. 

Todo el trayecto desde el hospital fue un borrón, con los acontecimientos de las últimas horas aún rondándole por la cabeza. 

Aquella noche se fue directamente a la cama, pero la mañana siguiente no fue mejor.

Fisgoneando

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Ya no había nada que hacer, y Finn se sentía inquieto e intranquilo. 

Empezó a pasear por la casa, con la mente agitada por un millón de pensamientos diferentes. 

Finalmente, se sintió atraído por la mesilla de noche de su mujer. Había algo dentro que le revelaría un oscuro secreto que ni siquiera conocía.

Su diario

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Finn sabía muy bien que su mujer llevaba un diario. 

Aunque al principio dudó, pues sabía que sería una intromisión en su intimidad, su curiosidad acabó imponiéndose a su conciencia.

Al pasar lentamente las páginas, no pudo evitar un sentimiento de culpa, consciente de que no debería husmear en sus objetos personales. 

No pudo resistir la tentación

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A pesar de sus reservas, no pudo resistir la tentación de profundizar en los pensamientos y sentimientos más íntimos de su esposa.

A Finn le pesaba el corazón mientras sujetaba el diario y acariciaba la cubierta que había hecho su mujer. 

Era la última conexión tangible que tenía con ella. Pero le diría cosas de las que no tendría que haberse enterado..

Tranquilizador

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Sentía el peso del mundo sobre él mientras se aferraba al diario. 

Le reconfortó saber que ella había tocado y escrito en el cuaderno sólo unos días antes.

Al acercárselo a la cara, sintió un ligero olor a su perfume, como si aún estuviera con él. ¿Divulgaría sus secretos?

Abrirlo

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Con dedos temblorosos, abrió lentamente el diario y vio su letra familiar mirándole fijamente. 

Se le llenaron los ojos de lágrimas al leer las palabras. Era como si ella le hablara desde el más allá. 

Sobrecogido por la emoción, decidió hojear unas cuantas páginas más, pero lo que vio a continuación le dejó estupefacto.

La primera entrada

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Su mujer tenía la costumbre de comprar una nueva agenda cada vez que llenaba la anterior. Este diario parecía bastante nuevo, con sus páginas nítidas y la cubierta impoluta. 

Abrió las páginas y sus ojos se posaron en la primera entrada, que databa de hacía unos meses. Las palabras estaban escritas con su letra familiar, limpia y precisa. 

Volvió a remover sus emociones, pero siguió adelante, sin tener ni idea de lo que estaba a punto de encontrar.

Lectura

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Cuando empezó a leer, Finn no pudo evitar sentir una sensación de inquietud que le invadía por dentro. Las primeras líneas parecían mundanas: Angela anotaba su rutina diaria y sus pensamientos. 

Pero a medida que seguía leyendo, se dio cuenta de que había algo más que simples reflexiones al azar. 

Había escrito sobre sus dudas respecto al embarazo, y era algo más que no estar segura de estar preparada para ser madre. 

No le había confesado nada

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El corazón de Finn dio un vuelco al leer aquellas palabras. 

Se preguntó por qué Angela nunca le había confiado sus temores. ¿No le confiaba la verdad? ¿Vio venir todo esto?

A medida que seguía leyendo, se hizo evidente que había algo más en la historia, y sintió una punzada de culpabilidad por no haberse dado cuenta antes de las señales.

Parte de la verdad

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Habló en términos vagos, como si esperara que Finn fuera a husmear. 

No podía hacerse una idea completa a partir del diario, pero sabía que había otras rutas que podía tomar. 

Entonces, de la nada, sonó su teléfono y le devolvió a la realidad. Devolvió el diario a la mesilla de noche y contestó. Era una llamada del hospital.

Regreso

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Recibió la llamada de que podía ir a buscar a Penelope y, afortunadamente, era una niña sana. 

Averiguar la verdad tendría que esperar, tenía que cuidar de su recién nacida, era la única persona que le quedaba ahora.

Subió a su coche con un asiento elevador y se dirigió directamente al hospital. Pero no tenía ni idea de lo que encontraría en el ordenador de su mujer unos días después.

De vuelta a casa 

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Aquella noche, el viaje de vuelta a casa fue una de las cosas más dolorosas que Finn había vivido nunca. 

Su hija iba en la silla del coche en la parte de atrás mientras él conducía por las tranquilas calles de Minneapolis, Minnesota. 

Sentía como si toda la luz hubiera sido absorbida de su vida. No se sentía capaz de seguir adelante sin Angela. Se suponía que éste iba a ser el mejor día de sus vidas.

Vacío y frío 

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Cuando Finn entró en su casa aquella noche, supo que nada volvería a ser lo mismo. La casa que había compartido con el amor de su vida se sentía vacía y fría.

Sentía que nunca volvería a albergar la felicidad. El dolor que sentía en el pecho amenazaba con hacer añicos su corazón. 

La maravillosa vida que tuvo  junto a Angela había desaparecido y había sido sustituida por otra nueva. 

Mareado 

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Avanzó a trompicones por el vestíbulo, con la cabeza mareada después de haber llorado durante tantas horas seguidas. Las mismas palabras resonaban en su mente: se ha ido. 

Tomó asiento en la oscuridad del salón con su hija en el regazo. Ella se retorcía mientras su padre miraba fijamente en la oscuridad. 

No tenía ni idea de lo que debía hacer ahora. No tenía ni idea de lo que se le venía encima.

Ni idea de qué hacer 

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No podía decidir si quería comer o dormir. Lo que más deseaba era que desapareciera el dolor. Quería despertar de la pesadilla en que se había convertido su vida. 

No sabía cómo afrontarlo por sí mismo. Clavó la mirada en el espacio, pensando en todo lo que había ocurrido apenas unas horas antes. 

Aún podía imaginarse la última mirada que echó al rostro de su mujer. Aquella extraña expresión en su rostro. No podía imaginar por lo que había pasado. Le entristecía.

Sentirse perdido

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Finn se sentía perdido sin su mujer a su lado. 

¿Cómo iba a cuidar de un bebé recién nacido mientras intentaba lidiar con el dolor de perderla?

Era algo que nunca imaginó que tendría que afrontar. No sólo era viudo, sino también padre soltero. Era demasiado para él.

No es lo mismo

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¿A quién iba a llamar o preguntar si necesitaba ayuda con Penélope? Nada volvería a ser lo mismo. Éste era su fin. 

Aunque se suponía que iba a ser un nuevo comienzo con su nuevo bebé, lo único que sentía era pena.

Quería huir y no tener que enfrentarse nunca a la confusión que sentía en su interior.

Querer huir a las colinas

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Pero no podía ir a ninguna parte. Por mucho que quisiera huir, tenía que pensar en su preciosa e inocente hija. 

Ya había perdido a su madre. No podía perder también a su padre. Tenía que recablear su cerebro. 

Su hija le necesitaba ahora más que nunca. Tenía que recomponerse por su bien.

No preparados para esto

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¿Cómo ha podido pasarles esto? Eran felices y esperaban un futuro como padres. 

Finn se lo cuestionaba todo. Se sentó en la oscura casa mientras contemplaba lo que debía hacer a continuación. 

Por suerte, su querida esposa lo había preparado todo en la guardería para Penélope, pero ¿y él? No estaba preparado.

En un abrir y cerrar de ojos

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Sintió que le corrían más lágrimas por la cara. 

¿Cuánto tardaría en desaparecer el dolor? ¿Se iría siquiera? ¿Cómo podía estar feliz y triste al mismo tiempo?

Estaba feliz por haber ganado una hermosa princesa, pero triste por haber perdido a su reina. La vida era tan injusta. Todo había ocurrido en un abrir y cerrar de ojos.

Calma 

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Su pequeña, Penélope, yacía dulcemente en su regazo. Estaba tranquila y calmada, todo lo contrario de lo que pasaba por su cabeza. Se preguntó si volvería a experimentar la tranquilidad.

Le pareció que habían pasado horas antes de que el padre volviera a mirar a su hija recién nacida y la encontrara profundamente dormida en sus brazos. 

Se levantó lentamente del sofá y se dirigió a la habitación de la bebé, la misma que había preparado con tanto esmero.. 

Nunca lo haría 

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Su corazón casi se hizo pedazos cuando entró en la habitación. El jersey que su mujer había estado tejiendo seguía sobre un escritorio en un rincón. 

Iba a terminarlo cuando llegara a casa. Pero ahora ya no lo haría. Caminó despacio hacia la cuna y colocó a su bebé sobre el mullido colchón. 

Se tomó un segundo para mirarla. Era preciosa. Ojalá su mujer estuviera cerca para verlo. La cabeza le latía con fuerza. Parecía que iba a estallar en cualquier momento. 

La Luz 

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Necesitaba una aspirina. Salió de la guardería de su hija y se dirigió directamente a la cocina. Necesitaba analgésicos y unas horas de sueño si quería pasar el día siguiente. 

Pero al pasar por delante del salón, sus ojos rojos y ardientes captaron una lucecita parpadeante a lo lejos. 

Estaba a punto de aprender algo sobre la mujer a la que había amado durante tantos años y que nunca supo cuando estaba viva.

Su intimidad 

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Era el ordenador de Angela. Ella siempre se había negado a que se acercara a él. 

—Tiene cosas confidenciales. No me verás husmeando en tus diarios, ¿verdad? —ella se reía. 

Siempre había respetado la intimidad de su mujer, pero ahora no podía resistirse. Se dirigió lentamente hacia el ordenador. 

Un sitio desconocido

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Cuando movió el ratón, la pantalla se encendió rápidamente y reveló lo que ella había mirado por última vez. 

Estaba en un sitio desconocido. Miró un poco, pero al final supo lo que estaba viendo. Era una especie de sitio de blogs, y el ordenador estaba abierto en el feed de su mujer. 

Sin embargo, entonces fue que vio un sobre diminuto en la parte inferior de la pantalla. 

Notificaciones 

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Hizo clic en él, sólo para descubrir que era la pestaña de notificaciones de ella en el sitio. 

Tenía cientos de “me gusta” y comentarios. —¿Pero qué…? —los abrió y encontró el blog de su mujer.

Se había pasado horas dándole un aspecto determinado. Había elaborado historias asombrosas y tejido relatos mejores que cualquiera que él hubiera visto antes. Finn no pudo evitar leer su blog. 

Sus historias 

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Durante todo ese tiempo, había ido publicando pequeñas historias sobre ella y Finn. 

Contaba a sus seguidores el embarazo y las dificultades que conllevaba.

Su último post fue la noche antes de ponerse de parto. Hablaba de lo emocionada que estaba y de lo impaciente que estaba por conocer al pequeño ser humano que llevaba dentro. 

El Blog

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Mientras Finn estaba allí sentado, sumido en su dolor, se fijó en el portátil de su mujer que estaba sobre la mesita. 

Era una conexión con ella, una parte de su mundo que podría contener algunas respuestas. Con el corazón encogido, lo abrió y se encontró en el blog de Angela. Recorrió las entradas, reviviendo recuerdos de su vida juntos. 

Cada entrada era una instantánea de su felicidad, desde sus días en la universidad hasta el anuncio de la inminente llegada de Penélope. Sin embargo, al profundizar, descubrió una serie de entradas que pintaban un cuadro diferente.

Desvelando secretos

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Angela había estado luchando contra problemas internos que le había ocultado. El blog se convirtió en su santuario, un espacio donde vertía sus miedos, dudas e inseguridades. 

Finn descubrió entradas en las que detallaba los estragos que le había causado el embarazo de alto riesgo, tanto física como emocionalmente.

Leyendo sus luchas, se dio cuenta de lo sola que debía haberse sentido, incluso en su amorosa relación. Las entradas del blog se desplegaron como un grito silencioso de ayuda que pasó desapercibido en medio de la ilusión por el crecimiento de su familia.

Sección de comentarios

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Los ojos de Finn se entrecerraron en la sección de comentarios. Entre los mensajes alentadores y los buenos deseos de amigos y familiares, había un comentario que llamaba la atención. 

Era de una mujer llamada Laura, que compartía una experiencia similar y ofrecía su apoyo. Cuando Finn leyó el intercambio entre Angela y Laura, le consoló saber que su mujer había pedido consejo a otras personas. 

Sin embargo, sintió que se hundía al darse cuenta de que Angela podría haber tenido que enfrentarse a algo más de lo que él había llegado a comprender.

Una nueva realidad

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En medio del dolor, Finn no podía evitar darse cuenta de que había sido ajeno a la profundidad de las luchas de Ángela. 

Le corroía la culpa, preguntándose si podría haber hecho algo más para aliviar su carga. El blog se convirtió en un portal a un mundo que nunca había comprendido del todo.

Finn respiró hondo, sabiendo que tenía que navegar por esta nueva realidad, no sólo por sí mismo, sino también por Penélope. 

Juró honrar la memoria de Angela siendo el mejor padre que pudiera ser y buscando el apoyo que ella había buscado desesperadamente en Internet.

Un viaje compartido

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Mientras Finn seguía explorando el blog de Angela, encontró fuerza en las experiencias compartidas de otras personas que se habían enfrentado a retos similares. 

La comunidad virtual se convirtió para él en un salvavidas que le ofrecía consejo, empatía y comprensión. 

En el rincón más oscuro del dolor, descubrió un destello de esperanza. Sin embargo, tenía otro plan en mente.

Leyéndolo todo 

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Finn era un desastre sollozando mientras leía las hermosas historias que ella había escrito. 

Estaba claro que amaba a su marido y a su bebé nonato más que a nada en el mundo. Finn se sintió embargado por la emoción. 

—Bueno, supongo que se acabó —dijo y se detuvo sobre el botón de “eliminar cuenta”, pero cuando estaba a punto de pulsarlo, se arrepintió.

Un pensamiento 

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De repente, se dio cuenta de algo. Penélope iba a crecer sin madre, y esto era perfecto para conservarlo. 

De este modo, Penélope podría leer para siempre lo mucho que su madre la quería de verdad. 

Finn se sorprendió al ver cuántos seguidores tenía el blog de su mujer. Tanta gente se interesaba por su vida. Decidió hacer algo inesperado.

El blog de Finn

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Había llegado el momento de comunicar a los seguidores de Ángela lo que le había ocurrido. Por mucho que le doliera escribirlo todo, sabía que Angela habría querido que lo hiciera:

“Queridos todos: Soy Finn, el marido de Angela. Confío en que les alegre saber que Angela dio a luz a una preciosa niña a la que llamamos Penélope. Sin embargo, por desgracia, Angela falleció a causa de una embolia pulmonar. 

Sé que ella habría querido que todos ustedes lo supieran. He decidido seguir utilizando este espacio del blog para documentar mis luchas y las de Penélope sin ella, así como nuestros triunfos. Espero que puedan compartir estos momentos con nosotros”.

El apoyo llega a raudales

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En los días que siguieron a la sentida entrada del blog de Finn, una avalancha de apoyo inundó la sección de comentarios. 

Los seguidores de Angela, antes desconocidos en Internet, se convirtieron en una familia virtual para Finn y Penelope. 

Mensajes de condolencia, ánimo e historias compartidas llenaron el blog, proporcionando una sensación de conexión en medio de su dolor.

Finn encontró consuelo en esta comunidad inesperada. Era un testimonio del impacto que Angela tenía en los demás, y le reafirmó en que no estaba realmente solo en este difícil viaje de la paternidad en solitario.

Un diario compartido

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Finn siguió actualizando el blog, transformándolo en un diario compartido de sus vidas. 

Hizo una crónica de las noches en vela, las primeras sonrisas de Penélope y los retos de ser padre soltero. 

El espacio virtual se convirtió en un santuario para expresar sus emociones y pedir consejo a quienes habían recorrido caminos similares.

Vínculos inesperados

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A través del blog, Finn conectó con Laura, la mujer que había dejado un comentario reconfortante en el post de Angela. 

Empezaron a intercambiar mensajes, a compartir sus experiencias y a constituir una fuente de apoyo mutuo. 

Laura, que había pasado por las complejidades de la monoparentalidad, ofreció orientación y seguridad a Finn mientras navegaba por este territorio desconocido.

Encontrar la fuerza

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Finn encontró fuerza no sólo en los recuerdos de Angela, sino también en las nuevas conexiones con quienes se habían convertido en parte integrante de su viaje.

La pequeña luz parpadeante del portátil de Ángela se había convertido en un faro de esperanza. 

Guiaba a Finn a través de la oscuridad del dolor e iluminaba un camino hacia un futuro que nunca había imaginado.

Un trocito 

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Mantener el blog fue la mejor decisión que había tomado. Era la forma perfecta de conservar un pequeño trozo de su mujer. Se había ido, pero nunca la olvidaría. 

Por suerte para Finn, con el paso del tiempo todo se hizo un poco más fácil. Su mujer se había ido, pero él aprendió a sobrellevar el dolor. 

La quería más de lo que podía expresar con palabras, pero su corazón sanó.

Los mejores amigos 

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Con el paso de los años, Penélope se convirtió en la niña perfecta. Es dulce y brillante, como su madre. 

Finn le contaba historias sobre su madre y tenían fotos por toda la casa. A pesar de no conocerla, Penélope quería a su madre tanto como antes. 

En el fondo de su corazón, sabía que su madre era la primera mejor amiga de su vida.