Empleado De Burger King Obliga A Niño A Fregar El Suelo, No Sabe Qué Lleva En La Mochila

Correr Hacia La Salida

De pie, desconcertada, se preguntó si semejante acción podía ser realizada por un camarero corriente.

El chico gritó y dibujó una expresión contorsionada en su rostro mientras intentaba resistirse al agarre del empleado sobre él. 

En cuanto vio lo que ocurría, se apresuró a intervenir. De repente, uno de los amigos del chico echó mano a su mochila. Fue lo que sacó lo que hizo que todos salieran corriendo del restaurante a escape.

Pagar Las Facturas

A diferencia de muchos jóvenes estadounidenses de veinticuatro años, Emily Wright había tenido un año difícil. Intentaba llegar a fin de mes, como muchos jóvenes de veinticuatro años de todo el país. Después de la universidad, nunca se habría imaginado a sí misma haciendo hamburguesas en un Burger King tras graduarse, pero ahí estada. 

Hasta que pudiera encontrar trabajo como historiadora del arte, necesitaba pagar sus facturas. Para eso estudió y eso era lo que quería hacer. Después de sólo tres meses en Burger King, empezó a preguntarse si sería capaz de alcanzar su objetivo. 

Era imposible que supiera que el terrible final ya se acercaba.

Mala Reputación

La idea de trabajar en Burger King hizo que Emily se imaginara lo peor.

En su ciudad natal, Myrtle Beach (Carolina del Sur), los restaurantes de comida rápida no gozaban de la mejor reputación, y ella temía que si trabajaba allí le ocurriría algo terrible. 

En los últimos años había oído hablar de robos, tiroteos y atracos que habían tenido lugar en restaurantes de comida rápida o en sus alrededores. De ninguna manera podía imaginarse a sí misma en una situación similar a la que se encontró.

Chica Precavida

Emily siempre había aborrecido los conflictos. Siempre que detectaba que se acercaban problemas, aceleraba en la dirección opuesta tan rápido como podía. 

Hasta ahora había estado a salvo, sobre todo teniendo en cuenta que su ciudad es una de las más peligrosas del país.

Gracias a su sentido de la intuición, siempre ha sabido cuándo huir y ha evitado muchas experiencias cercanas a la muerte. Sin embargo, esta vez no tuvo la misma suerte.

El Incidente

El día en que ocurrió el incidente no fue diferente de cualquier otro.

Después de llegar al restaurante temprano por la mañana, estaba ansiosa por empezar y preparaba rápidamente las hamburguesas para los clientes. 

Todo iba bien hasta que tres chicos de entre dieciocho y diecinueve años entraron en el restaurante. Tenían una actitud ruidosa y alborotadora, y miraban fijamente a cualquiera que tuviera la osadía de mirar hacia ellos.

Peligroso

Emily era mayor que ellos, pero comprendía que no había que subestimar a esos individuos, aunque ella fuera mayor. Tenían fama de violentos y a ella no le gustaba relacionarse con gente de esa reputación. 

Tomando una cabina, los chicos llamaron a uno de los camareros, un estudiante de instituto mayor que ella que se había unido recientemente al equipo de Emily. 

Esto iba a acabar mal, a juzgar por la expresión de la camarera.

La Nueva Camarera

Trisha, la camarera que llevaba poco más de una semana trabajando en el restaurante, apenas habló con nadie durante ese tiempo.

Su rutina habitual era registrarse, hacer su turno y marcharse tranquilamente al final del día. 

Las cosas eran distintas en cuanto a uno de los camareros que se incorporó junto a ella. Además de su personalidad parlanchina, también era muy ruidoso, como los adolescentes que esperaban a que Trisha les sirviera. Emily no perdía de vista la situación, esperando que nada saliera mal.

Asustada

Con su tablet en la mano, Trisha se dirigió a su mesa. A mitad de camino de tomar sus pedidos, de repente se dio la vuelta y se alejó, conmocionada por lo que le habían dicho. 

Al volver a la cocina, vio que el camarero, Jeremy, se apresuraba a saludarla. 

Tras hablar brevemente con ella, miró a los chicos con una mirada envenenada.

¿Qué Dijeron?

Después de que Trisha le diera la tableta, Jeremy se dirigió a ellos y les pidió sus pedidos. Le dijo a Emily que pidiera tres Big Macs, dos patatas fritas grandes y tres Coca-Colas antes de ir a hablar con Trisha.

En cuanto Emily tuvo los pedidos listos, se los entregó a Jeremy, que a su vez se los dio a Trisha.

A Emily le resultaba imposible saber qué había pasado, pero tenía la sospecha de que Trisha conocía a los tres chicos. ¿Por qué se enfadó? ¿Qué le han dicho?

Matones

Mientras Trisha llevaba la comida a los chicos, miraba hacia otro lado mientras colocaba sus pedidos en la mesa.

Mientras hablaban con ella, se reían y señalaban en todas direcciones. 

En la cabeza de Emily aún se debatía si debía intervenir o no. En el pasado ya había visto cómo sucedían cosas así. Hace falta ayudar. Sin embargo, echar una mano puede acabar metiéndote en más problemas de los que esperabas. Quizá no mereciera la pena.

Les Dije Que Pararan

Trisha terminó con los chicos y prácticamente corrió de vuelta a la cocina.

Tenía los ojos brillantes de lágrimas contenidas y parecía a punto de derrumbarse ante Emily y Jeremy. 

“¿Te han vuelto a intimidar?” preguntó Jeremy, corriendo hacia ella. “Les dije que pararan”. Se volvió hacia Emily, que se había quedado allí de pie. Pensaba que nada de esto tenía que ver con ella cuando, en realidad, era a ella a quien los chicos buscaban. 

No Era Ajena A Los Conflictos 

Aunque Emily llevaba una vida tranquila, alejada de los conflictos de su ciudad, eso no significaba que los problemas no la encontraran de vez en cuando.

El último enredo en el que se vio metida fue por culpa de su hermano mayor, Kim, que se involucró con unos individuos de dudosa reputación en una partida de póquer.

Por lo que le contó a Emily, les debía unos cuantos miles de dólares que le costaba conseguir. Aunque prometió no involucrarla, era cuestión de tiempo que la arrastrara. 

Siempre Alerta

Sólo ese incidente hizo que Emily se mantuviera siempre alerta desde aquel momento.

Aunque Kim y ella pagaron el dinero, siempre estuvo paranoica, mirando por encima del hombro y llamando constantemente a su hermano para asegurarse de que estaba bien. 

Pero en las últimas veinticuatro horas, sus llamadas iban directamente al buzón de voz. Confiaba en la capacidad de su hermano para cuidar de sí mismo, así que no se preocupaba demasiado. Si tan sólo supiera lo que realmente estaba ocurriendo. 

La Verdad Sobre Ellos

Jeremy consoló a Trisha hasta que estuvo lo suficientemente estable como para explicarle lo que estaba pasando.

Los chicos eran de su instituto y siempre habían hecho de su vida en el colegio un infierno. 

Sabían que ella, entre los demás chicos de su instituto, les temía y que utilizarían ese miedo para gobernar la escuela con puño de hierro. Trisha pensaba que nunca la encontrarían en su lugar de trabajo.

Ironía

Al escuchar su historia, Emily sintió que debía intervenir.

Ya se había enfrentado a acosadores y sabía lo que se sentía cuando te molestaban día tras día. 

Pero temía involucrarse en asuntos que no le incumbían. ¿Y si ocurría algo terrible y ella se encontraba en medio? Por ironías del destino, eso es precisamente lo que ocurriría. 

Llegaron Los Problemas

“Yo arreglaré esto”, dijo Jeremy, levantándose para charlar con los chicos.

Pero ni siquiera había salido de la cocina cuando uno de los chicos gritó el nombre de Trisha. 

Cogió uno de los vasos llenos de Coca-Cola y le dio la vuelta, vaciando el líquido marrón por todo el suelo limpio del restaurante. Pero no se detuvo ahí. 

Continúan

Uno de sus amigos cogió los vasos restantes e hizo lo mismo. Cogió unas cuantas patatas fritas y los tiró al suelo, todo esto mientras sonreía burlonamente a Trisha. 

El primer chico la señaló y luego se pasó un dedo por la cara de oreja a oreja. Sonrió y guiñó un ojo.

Pero no había terminado con el gesto antes de que Jeremy saliera a toda velocidad de la cocina. 

Siéntate 

La represalia de Jeremy pilló desprevenidos a los tres chicos.

Salieron corriendo de sus cabinas, pero Jeremy fue más rápido. Agarró a uno de ellos por el cuello, señaló a los otros dos y les apuntó con la barbilla.

“Siéntate”, ordenó con voz grave e intimidatoria. Se dirigió con el chico a la tienda del restaurante sin decir palabra y salió con una fregona. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo.

Límpialo Ya

Jeremy le dio la fregona al chico, señalando la Coca-Cola antes de mirarle con odio.

Tenía la mano apretada alrededor del cuello del chico, con los nudillos blancos. “Limpia”, gruñó, señalando la Coca Cola derramada. 

“¿Qué?”, preguntó el chico, riéndose. Pero había nerviosismo en su voz, rigidez en su postura al lado de Jeremy. “No voy a repetirlo”, dijo Jeremy. 

Siguiendo Instrucciones

 Una mirada a sus ojos y el chico empezó a fregar el suelo. La mano de Jeremy seguía apretada alrededor de su cuello, impidiéndole escapar. 

Le arrancó la fregona de las manos e hizo un gesto a uno de sus amigos para que se acercara a cogerla.

Su mirada se posó directamente en el líder, el chico que lo había empezado todo.

The Leader

One look at him, and Emily knew none of this would end well.

The boy was almost as tall as Jeremy. He was also well-built – a football player, from the looks of it. 

But despite his size, he still approached Jeremy and his friend and took the mop. But he didn’t look pleased at all. His eyes darted to the booth where he’d left his brown leather backpack. 

A Dilemma

Holding the mop with one hand, he looked straight at Jeremy – a tussle of wills.

They were the same size and build, with only a few years between them. 

Jeremy would be in trouble if they got into an altercation because the boy was younger. These thoughts alone threw Emily into a fix. But that wasn’t the last of her negative thoughts, she started thinking of the worst and most inevitable things that could happen.

Behind Bars

What if she helped Jeremy and ended up behind bars with him?

What if she didn’t and ended up on his and Trisha’s wrong side? 

The concern of jail time seriously freaked her out. She didn’t want to end up in prison over a Burger King job. Why did these hooligans want to stir up so much trouble? She could only guess, but things wouldn’t end the way she expected.

Money, Not Friends

“I came here to make money,” Trisha whispered to herself. “Not friends.”

But her eyes were stuck on Jeremy and the boy, her body flowing with adrenaline. 

She’d never felt this way, conflicted over staying in a place where the commotion was steadily simmering. If she knew better, she would have left while she still had the chance. 

His Stand 

“I’m not mopping,” the boy declared, throwing down the mop.

Droplets of Coke splashed as the wooden pole hit the ground, and he smiled, staring Jeremy dead in his eyes. 

“I won’t ask you again,” Jeremy said, his molars grinding against each other. He twisted the boy’s collar around his fist and pulled him closer. “Mop.”

Just Do It

“What if I don’t?” the boy asked, and one of the customers in the restaurant, a sweet old lady, pleaded with him to do it and get it over with.

“It’s not worth the trouble,” she said.

But the boy didn’t listen. If anything, her words made him step up to Jeremy. If Emily ever had a chance to exit the premises, now was the time.

Enough

But she remained transfixed where she stood. Jeremy picked up the mop and stuffed it into the boy’s hands.

With his other hand still holding his collar, he forced him to move the mop over the wet floor. 

Emily knew she had to try and stop things for good. But how could she make a difference when two males were about to go toe-to-toe and she was just one person? She definitely didn’t want to get caught in the crossfire.

Escalation

The boy yelped, trying to fight off Jeremy’s grip. Emily ran out of the kitchen. Surely there was a better way of handling this.

But she wasn’t even close to the two when one of the boy’s friends reached for the leather backpack. 

No one could be sure what was going to happen next. Emily understood that things could escalate in the blink of an eye, but were they about to?

Everyone Can See It

Emily slid to a halt when she saw it, her blood curdling as bile and adrenaline pumped through her system.

The entire restaurant erupted into chaos. Everybody had seen it too. 

Jeremy, whose fingers were still tight around the boy’s collar, was the first to react. He let go of the boy and ducked. Then came the head-splitting sound.

The Target

Living in her neighborhood, Emily was no stranger to gunfire.

But she’d never heard one this close before. Ducking for her life, she turned on her heels.  

This is why she always ran the other way when she saw trouble brewing. It never ended well. She thought this was just a mere misunderstanding between a customer and an employee when in reality, she was the target.

Hide

“Everybody get down,” Jeremy yelled.

People flew out of the restaurant, their hands over their heads as they raced to safety.

Emily found herself alone in the kitchen. She couldn’t see Trisha, who she’d left behind when she went to stop Jeremy. Her eyes scanned around frantically, searching for a place to hide. And that’s when she heard it. 

I Feel Nothing

The voice was calm and cold in the heated chaos of the restaurant.

“Regards to your brother,” the boy said. It was the same one who started everything and refused to mop the floor. 

There was a tiny click before a bright light flashed, and a sound as loud as thunder ripped through the kitchen. Emily gasped. There was no pain.  

The Aftermath

A loud bang was heard by bystanders outside the establishment.

Everyone would continue going on about their day, not wanting to get involved with something that was none of their business. Unfortunately, that would be to the detriment of poor Emily.

She was screaming for help moments before the fiery light went off in front of her. Her last thought when it happened was that she was just another victim of circumstance.

Opening Her Eyes

Emily only saw darkness after the bright flash. All she felt was cold around her.

She remembered the last thing that had happened to her. The boy that started it all pointed the cruel weapon at her before pulling the trigger.

But she was in an existential dilemma. Where was she? She felt like she was floating in nothingness. That was until the shock wore off, and she opened her eyes.

On The Floor

Emily slowly opened her eyes, and they slowly adjusted to the world around her.

She was on the floor of the restaurant with her back propped against the soda machine – that’s what felt so cold before. She looked down and felt her torso, but there were no marks.

Then she looked up at the culprit. The boy was still standing above her – with the same twisted grin as before.

Looking More Closely At The Weapon

Emily sat there stunned. She was trying to comprehend what had just happened.

That’s when she looked at the weapon in his hand more closely. She was no weapon expert, but she knew it when she saw it. There was deception going on.

Something she hadn’t noticed the first time was there clear as day. There was an orange plastic cap on the end of the barrel. Even someone like her knew what it meant.

A Fake Gun

She knew part of what was going on.

The gun was just a toy, and they must have loaded it was fireworks to give off the loud crack and flash of light, but other things still didn’t add up, like what the boy had said not five minutes ago.

How did he know her brother? She was about to find out as soon as she heard laughter all around her.

Familiar Faces

Emily looked around. She heard the laughter but didn’t see anybody.

Was she dreaming? This was the strangest thing she’d ever gone through. Just a moment ago, fear gripped every fiber of her being. Now she was more confused than anything else.

Then out of nowhere, a familiar face came up from behind her. It was her, none other than her brother. What was he doing here?

An Explanation

Her Brother, Todd, was there to shed a little light on what had just happened.

He explained everything, including the altercation in the store. He told her that the rude boy was his friend and that the whole thing was staged.

Even Jeremy was in on it. Everyone in the store was acting out a theatrical scene just for Emily, but why would they do that?

A “Gift.”

“For your birthday, silly,” Todd said with a smile. “I know you like thrill-seeking. What’s better than a scenario like this one?” Emily went bright red. Her brother had played a prank on her and called it a “gift.”

She thanked him and feigned excitement. But all the while, she was plotting the perfect revenge to get back at her brother.

To protect the privacy of those depicted, some names, locations, and identifying characteristics have been changed and are products of the author’s imagination. Any resemblances to actual events, places, or persons, living or dead, are entirely coincidental.